Queremos contarles una historia, la nuestra: cómo nos zambullimos en este mundo de las empresas 100% remotas.

La pandemia sirvió de aceleradora para llegar “al futuro” un poco más rápido de lo que proyectábamos. El teletrabajo ya había penetrado nuestro rubro, gracias a nuestro capital y producto intangible, pero no había sido asimilado al unísono; entre otras razones por la lectura social y moral, así como la infraestructura global y las percepciones entre clientes-trabajadores-empresa.

 

Lo gracioso de cómo lo vivimos en CREA es que en lugar de llevarnos al futuro, este cambio nos ha trasladado al origen. Hace 12 años, cuando decidí abrir esta agencia, vi en el trabajo remoto un anhelo, “yo quiero que mi empresa funcione así”. Para el momento sólo Noruega y Suecia estaban impulsando este formato masivamente, pero yo percibía el olor a libertad y, especialmente, a productividad. En ese entonces movilizarnos en la ciudad de Caracas podía consumir entre 4 y 5 horas hombre/mujer, mientras que en Miami las distancias y el tráfico podían transformar una reunión de 40 minutos en todo un día de trabajo. ¡Era un esfuerzo titánico ser productivo!

 

Con los años, el rol de empleado remoto era asimilado muy confusamente. No había noción del compromiso, la responsabilidad y la seriedad. Tanto el equipo de trabajo como los clientes podían hacer lecturas peyorativas del valor y el alcance de una compañía con esta metodología. Lo que hizo que cambiáramos de 100% remoto a remote-friendly.

 

Nunca renunciamos al teletrabajo

 

A pesar de los desafíos culturales y sociales, nos movimos entre los dos mundos: caminamos hacia construir oficinas que fueron creciendo en la medida que lo hacía nuestro equipo, desarrollamos procesos y estructuras en función de ello y hasta el organigrama completo mutó. Sin embargo, teníamos cargos con metodología mixta (días in-office y días remotos), equipos en otros estados, mercado internacional con atención exclusivamente remota, permisos de 100% teletrabajo a personas claves que lo ameritaban; toda nuestra infraestructura informática se hizo en la nube… e inclusive, aún cuando el propio equipo podía “exigir” más presencia física, sabíamos que el teletrabajo aportaba algo único a la creatividad > movimiento y libertad.

 

Decir adiós es crecer

 

No obstante, la pandemia y el cambio inminente que supuso para las metodologías de trabajo nos agarró muy cómodos en una oficina de casi 200 mts2, un espacio que convertimos en oasis y una dinámica interna que nos hacía sentir a gusto, fomentaba la camaradería, era un trofeo a la persistencia y al trabajo honesto en un país donde ser empresario es sortear el Juego de la Oca. “Nuestra oficina era nuestro logro”, materialistas todos.

 

Desde el último trimestre de 2020, cuando comencé a ver a las grandes e icónicas agencias hacer la transición definitiva a 100% remoto, comencé a cuestionarme la necesidad de una sabana para la operación de la empresa. Me sumergí en estudios mundiales con la esperanza de encontrar que nuestro caso era una excepción y que debíamos mantener el espacio -puro apego-. La realidad “atípica” de nuestra casa matriz no era diferente, aunque todos los países lo vivan distinto, cuando las leyes laborales están cambiando y los dueños -comerciales- del mundo están debatiendo cómo trabajar desde casa, no hay vuelta atrás. ¡Es el momento de decir adiós y resignificar el éxito!

 

Los líderes tenemos corazón (al menos los que nos gustan a nosotros)

 

En seis meses de estudio nunca leí la perspectiva de cómo un empresario o líder de equipo se sentía en función de la decisión de abandonar un espacio. Muestra inequívoca de cómo nos anulamos en la ecuación de la empresa, como si no fuéramos a transmitir o trasladar nuestro estado interno -tema de otro post-. Y ahí estaba yo, con la decisión tomada, con el plan minuciosamente creado, con el valor de saltar a esa parte de los estudios que dicen “no concluyente, seguiremos intentando” y con el corazón un poco roto y muy emocionado por lo que venía.

 

Las rutinas hacen hábitos y los espacios, aunque no nos definen, hablan de nosotros, guardan historias, energía, marcas que nos recuerdan quiénes somos. Siendo siempre una empresaria con pulmón financiero sencillo y honesto, cada logro material lleva el sello de lo que somos capaces de hacer, o al menos es nos había dicho la sociedad hasta marzo 2020. Desarmar una oficina, soltar los “buenos días, muchachos” o el “chao, jefecita” y esa vista de un equipo trabajando al levantar la mirada, dolía. Estremecimiento que se acompasaba con los latidos de la nueva etapa, la nostalgia del origen y la certeza del respaldo.

 

Para crecer hay que cambiar, y comprender que el cambio viene desde el patrón de pensamiento que ya no deposita valía en inmuebles sino en intangibles, es parte de ese crecimiento.

 

Afortunadamente, en CREA comunicaciones lo único que necesitamos es seguir cultivando la libertad de crear estratégicamente y seguir cambiando para seguir creciendo.

 

Somos más que un espacio, ahora somos ¡muchos! De hecho.

 

La nueva ruta

 

Aunque Amazon, Google y el 80% de la fuerza laboral del mundo aún no encuentran la fórmula, para el #teamCREA hemos establecido una ruta con un mix del benchmarking que hice + lo que sé que necesita mi equipo:

 

.Optimización de espacios de teletrabajo de cada miembro

.Asignación de hardware

.Inversión en infraestructura online

.Respaldo a equipo core y perfiles que necesitan metodología mixta

.Espacios y cronograma para encuentros mensuales regulares

.Reestructuración de organigrama y perfiles de cargo

.Desarrollo de manual de trabajo y nuevos procesos

.Comunicación oportuna y abierta a clientes y aliados

.Transparencia, especialmente en un punto: siempre estaremos cambiando

 

Estamos juntos en esto de resignificar nuestros valores y, particularmente, en esto de crear las nuevas metodologías de trabajo que forjarán el futuro. Mientras tanto, #HacemosComunicación cada vez más real.

 

Carla Alvarenga

CEO & Founder